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lunes, 16 de abril de 2018

PRIMERA VISITA AL CONSULADO DE ESPAÑA


3 de abril


Por fin ha llegado el momento en el que vamos a tramitar el visado de Y. A las diez de la mañana nos hemos encontrado con N. en el lobby del hotel y hemos alquilado una minivan para llegar al Consulado, que está a tan solo seis kilómetros de nuestro hotel. Al llegar, N. nos ha contado que el edificio el edificio es el segundo más alto de Shanghái y que las oficinas españolas se encuentran en el piso 12.

Tras el control de pasaportes y tomar el ascensor, encontramos a la entrada un fantástico póster con la imagen de las míticas Casas colgadas de Cuenca. Nos resulta tan curiosa esta coincidencia, que pedimos a Y. que pose junto al cartel para inmortalizar la estampa.

Al momento, aparece el secretario y nos lleva a una sala aparte, donde nos pide la documentación necesaria para tramitar el visado y nos cita para el viernes, a las doce. Tras una pequeña conversación con el cónsul español y después de felicitarnos por nuestra nueva hija, salimos de allí derechos a hacernos algunas fotos en los edificios más altos de la ciudad. La verdad es que esta zona es impresionante, todo es a lo grande y, a pesar de esto, no agobia ni un poquito. El ritmo es tranquilo, es aire está más limpio de lo que uno puede imaginar, apenas hay ruido teniendo en cuenta los 24 millones de habitantes y el caos brilla por su ausencia. Después de todo, estamos en una de las ciudades más grandes del mundo y nadie lo diría.

Hoy hace calor, así que buscamos una cafetería para comprar algo de beber y refrescarnos y después decidimos volver al hotel. Estamos muy cansados de la jornada de ayer y necesitamos parar un poco el ritmo. Pero antes paramos en un centro comercial porque tenemos que comprar un par de maletas. Una de las que trajimos se ha roto y la otra está a punto de hacerlo, así que aprovechamos la diferencia de precio con España y conseguimos dos maletas grandes por algo más de 50 euros.

Una vez en el hotel y después de comer, nos quedamos en la habitación haciendo puzles, jugando con las construcciones y hablando por Skype con la familia. Todo muy tranquilo después de tanto jaleo.

Mañana ya veremos qué hacer, según nos levantemos.

Ya queda poquito para volver a casa.

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