3 de abril
Por fin ha llegado el momento en
el que vamos a tramitar el visado de Y. A las diez de la mañana nos hemos
encontrado con N. en el lobby del hotel y hemos alquilado una minivan para
llegar al Consulado, que está a tan solo seis kilómetros de nuestro hotel. Al
llegar, N. nos ha contado que el edificio el edificio es el segundo más alto de
Shanghái y que las oficinas españolas se encuentran en el piso 12.
Tras el control de pasaportes y
tomar el ascensor, encontramos a la entrada un fantástico póster con la imagen
de las míticas Casas colgadas de Cuenca. Nos resulta tan curiosa esta
coincidencia, que pedimos a Y. que pose junto al cartel para inmortalizar la
estampa.
Al momento, aparece el secretario
y nos lleva a una sala aparte, donde nos pide la documentación necesaria para tramitar
el visado y nos cita para el viernes, a las doce. Tras una pequeña conversación
con el cónsul español y después de felicitarnos por nuestra nueva hija, salimos
de allí derechos a hacernos algunas fotos en los edificios más altos de la
ciudad. La verdad es que esta zona es impresionante, todo es a lo grande y, a
pesar de esto, no agobia ni un poquito. El ritmo es tranquilo, es aire está más
limpio de lo que uno puede imaginar, apenas hay ruido teniendo en cuenta los 24
millones de habitantes y el caos brilla por su ausencia. Después de todo,
estamos en una de las ciudades más grandes del mundo y nadie lo diría.
Hoy hace calor, así que buscamos
una cafetería para comprar algo de beber y refrescarnos y después decidimos
volver al hotel. Estamos muy cansados de la jornada de ayer y necesitamos parar
un poco el ritmo. Pero antes paramos en un centro comercial porque tenemos que
comprar un par de maletas. Una de las que trajimos se ha roto y la otra está a
punto de hacerlo, así que aprovechamos la diferencia de precio con España y
conseguimos dos maletas grandes por algo más de 50 euros.
Una vez en el hotel y después de
comer, nos quedamos en la habitación haciendo puzles, jugando con las
construcciones y hablando por Skype con la familia. Todo muy tranquilo después
de tanto jaleo.
Mañana ya veremos qué hacer,
según nos levantemos.
Ya queda poquito para volver a
casa.
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