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jueves, 31 de agosto de 2017

¡Ahora sí!



Ayer firmamos con nuestra ECAI. 

Ahora sí que podemos decir que estamos más cerca vosotros. 
Ahora puedo respirar un poco más tranquila.
Ahora podemos ver un poquito de luz al final del túnel.

Tantos tropiezos con los trabajadores sociales y tantos encontronazos me hacían temer que nunca llegaría este día. Pero sí, llegó y pasó. 

Tenemos bien guardado el contrato y el bote de esperanza lleno de nuevo hasta el borde. 

Inevitablemente preguntamos por el tiempo aproximado de espera. No es algo a lo que vayamos a hacer mucho caso, pues la experiencia en la adopción de D. nos dice que mil cosas pueden interferir y triplicar las fechas pensadas, pero... parece que una fuerza invisible nos empuja a hacer la temida cuestión. M. piensa un segundo y nos dice: "Pues teniendo en cuenta puesta petición, unos ocho o diez meses". ¿Solo? Nosotros habíamos calculado cerca del año y medio pero, aun así, preferimos no hacernos ilusiones. Seguiremos con nuestra idea y ya iremos viendo.

De momento, una cosa más y un pasito más cerca de China.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Pasito a pasito



Esta mañana he hablado con M. El día 30 firmamos con ellos.

Uf... Temblando estoy. Rogando a todo que no pase nada de aquí a entonces.

Sinceramente, me espero cualquier cosa. No creo que de pronto se acaben todos los problemas.

Sí, estoy siendo demasiado pesimista, pero es que... la experiencia de este proceso no me permite ser de otra manera. 

Cruzaremos los dedos una vez más... y las que haga falta.

domingo, 6 de agosto de 2017

Un rayito de luz


Parece que las cosas comienzan a solucionarse...

El viernes me llamó M. para decirme que nuestro expediente había aparecido. No quise preguntar dónde había estado todo este tiempo y ella tampoco me dio explicaciones. La verdad es que me daba igual. Apareció y punto. Es todo lo que necesitábamos para volver a respirar. 

Después de soltar todo el aire contenido, pude hablar de nuevo. "Y ¿ahora qué?". Pues a revisar toda la documentación que hemos ido recabando por si algo ha caducado, porque debemos presentarla en vigor. 

Quedamos en hablar de nuevo, porque en cuanto tenga un hueco libre, podremos firmar el contrato. 

¡No me lo creo! Así, sin más. Espero que no haya más sobresaltos y todo esté en su sitio. 

Cruzaré los dedos deseando con todas mis fuerzas que esta pesadilla de peleas, tiras y aflojas y pérdidas de papeles se haya terminado aquí. 

Igual tengo suerte y hoy duermo del tirón... por fin.

jueves, 3 de agosto de 2017

Cuando tu vena más salvaje puja por explotar


A pesar de que la playa nos ha sentado fenomenal, hemos descansado, vuelto con energías renovadas y con el moreno un poco más subidito, nos hemos encontrado con otro bache que amenaza con destruir el estado zen que estamos intentando implantar en casa.

En el buzón encontramos, por fin, la carta que estábamos esperando de Toledo, con fecha de salida de 10 de julio. Bien, es 18, por lo tanto, la ECAI ha de tener ya la copia. Entonces ¿por qué no nos han llamado? Vale, cojo el teléfono y hablo con ellos. No. No tienen constancia de que les haya llegado nada. Me piden que espere un momentito, van a comprobar. Pues vaya, qué raro, a nadie le suena haber recibido carta. "No te preocupes, a veces tardan un poco en llegar. Vamos a esperar esta semana y hablamos."

¡¡¡Puf!!! Que no me preocupe, como si una cosa así fuera lo más normal. ¿Cómo es posible que se pierda?

Al lunes siguiente llamo de nuevo. Nada. Ya empieza a ser extraño. Llaman a Toledo y me devuelven la llamada diciendo que la responsable está de vacaciones pero que vuelve el día 1. Quedamos en hablar para entonces.

Llega la fecha y llamo de nuevo a la ECAI. Hablo con M. y le cuento el problema. La palabra adecuada es FLIPA. M. flipa con esto. Queda en llamarme al día siguiente. Bien, esta mujer es de lo más eficiente. Si alguien puede sacarnos de aquí, es ella. Me devuelve la llamada un día después. Respiro tranquila mientras intercambiamos los saludos de rigor. Allá va: en Toledo no tienen ni idea de que ha pasado. ¿Lo peor? Que además de enviar la carta, enviaron nuestro expediente de adopción y... nadie sabe dónde está. 

Missing, desaparecido, esfumado... llamadlo como queráis, pero en este punto es como si no hubiéramos empezado nunca la adopción en China. 

Me gustaría llorar, gritar, romper cosas, destrozar vajillas completas y arrancarme el cabello como si me hubiera vuelto loca. Pero extrañamente me quedo paralizada y cuando cuelgo me aferro como puedo a las últimas palabras de M.: "No te preocupes que tu expediente aparece sí o sí".

Por la noche, en la cama, me planteo si el destino me ha llevado a China de nuevo porque alguien está sujetando el otro extremo de mi hilo rojo o, simplemente, se está echando unas buenas carcajadas a mi costa. 

Cierto que el camino de la adopción no es fácil. Es duro, es empinado, es escarpado, es agotador, es moralmente destructivo. El proceso de mi hijo D. fue tres veces más largo de lo esperado. Tuvimos que lidiar con cambios de gobierno autonómico y general, además de con la muerte del Primer Ministro en Etiopía, entre otras muchas cosas, pero, al fin y al cabo, todo eran cosas susceptibles de ocurrir en cualquier país. Pero esto... Esto a lo que nos estamos enfrentando con China no tiene nombre. 

¿Me estoy empeñando en algo que no puede ser? ¿Debería tirar la toalla y seguir tranquilamente esperando la llamada de la adopción nacional? 

¡Qué rabia no tener forma de adivinar el futuro! Es cierto que si todo fuera fácil en la vida, esta no sería divertida. Pero qué ganas tengo de aburrirme hasta el hartazgo...