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miércoles, 29 de marzo de 2017

Uno más en la familia



Hace ya tres años, comenzamos el camino que nos llevaría a aumentar la familia. Nuestro primer hijo llegó de Etiopía y, desde el mismo momento en el que aterrizamos en España con él en los brazos, supimos que antes o después recorreríamos la misma senda. 

Sin embargo, África no pudo ser y probamos suerte en Brasil. Tras meses de espera, recabando documentación y presentando todo en Bienestar Social, tuvimos que renunciar. La situación política era complicada y nadie nos aseguraba un proceso transparente. 

Con la tristeza instalada en nuestros corazones, pero con la esperanza por bandera, dirigimos nuestra solicitud a Vietnam. Todo fue bien, en apenas un año, a mediados de noviembre de 2016, la ECAI se puso en contacto con nosotros: no podían coger más expedientes hasta enero, pero seríamos de los primeros en firmar en 2017. En febrero, llegamos a Madrid ilusionados, viendo más cerca el momento en el que viajaríamos...

Mas nuestro expediente no estaba bien hecho. Los técnicos habían cometido más de un error al realizarlo y Vietnam no podía acoger nuestra solicitud.

No entraré en detalles de las muchas equivocaciones, fallos y carencia de información que plagaban las hojas de nuestro dosier, pues ha cosas que es mejor no remover, pero allí en medio, en la sala donde nuestros sueños comenzaban y terminaban en pocos segundos, sentí rabia, impotencia, dolor y, finalmente, miedo a tener que empezar otra vez más, pues con esa sería la cuarta vez desde que, en 2009 nos adentramos en este modo de vida.

Porque decidir adoptar es, sin lugar a dudas, cambiar la mentalidad y la perspectiva de vida. Todo se traduce en fechas y tiempos de espera. Todo se mide por los días que hace que empezaste, que hace que entregaste la solicitud, que hace que te citaron para la valoración psicosocial, que hace que te llegó la primera carta... Afortunadamente, cuando la adopción se completa y por fin estás en casa con tu peque, las cosas se miden por los días que hace que os abrazasteis por primera vez. Y esa es una barra de medición mucho más placentera.

El caso es que, esa mañana de febrero en Madrid, yo sentí que las fuerzas me abandonaban y no me veía capaz de continuar. M., la trabajadora de la ECAI, en seguida nos abrió una ventana a la esperanza... China. 

Poco tuve que pensar. 

Hace más de once años, estando yo soltera, dirigí mis pasos hacia la adopción monoparental y mi objetivo era China. 

El destino me traía de nuevo a ese país y no iba a ser yo quien se opusiera. Valoramos los pros y los contras y la opción de Pasaje Verde nos atrajo. Pasamos bastante rato hablando con M., recogiendo información, aprendiendo de ella y anotando todos los consejos que nos daba para hacer el cambio de expediente. 

Y, de nuevo, con la esperanza y la ilusión renovadas, volvimos a casa, sintiendo ese viernes de febrero más cálido que ningún otro. 

El lunes llegó y, con él, el momento de hablar por teléfono con los trabajadores sociales de nuestra provincia... Y bajón de nuevo. De ninguna manera estaban dispuestos a aceptar una solicitud de necesidades especiales, convencidos como estaban de que en la ECAI nos habían "lavado el cerebro". Todo eran pegas y negativas, hasta que me puse muy seria y no paré hasta que  me dieron cita para hablar cara a cara. 

Huelga decir que alargaron la fecha todo lo que pudieron y, cuando por fin nos vimos, nos costó lo nuestro hacerles entender que estaban obligados, al menos, a aceptar una nueva solicitud. "Paso a paso", me decía yo misma. "Primero el uno y después el dos". 

En fin, relatar todos los tira y afloja que tuvimos con ellos ya no viene al caso. Solo señalaré que, gracias a M. y a sus muchas llamadas a Toledo, conseguimos que los superiores de estos técnicos (porque me niego a llamarles profesionales) les cantaran las cuarenta en más de una ocasión, pues ese era el único modo de ir salvando todos los obstáculos que decidieron ponernos. Y ya digo que no se dejaron ni uno... 

Y así, por fin, el 27 de marzo entregamos toda la documentación necesaria para que empezaran a trabajar.

Ya veremos cuánto tardan en remitirnos la carta en la que nos declaran idóneos...

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