Hoy, cuando estábamos a punto de comer, a mi marido y a mí nos ha entrado un aviso de llamada perdida en el móvil. Como en nuestra casa no hay cobertura prácticamente en ningún sitio, ha sido al dejar los teléfonos cerca de la ventana de la cocina cuando nos han llegado los mensajes. Eran llamadas de la ECAI.
Con toda la tranquilidad del mundo, dando por hecho que sería algo relacionado con la documentación, he salido al jardín para poder llamar mientras D. terminaba los deberes con ayuda de papá.
Según descuelgo va M. y me dice que tiene una propuesta de asignación. Así, tal cual. Y yo casi me caigo del susto. Sí, me dice que no me emocione, que tenemos que valorar si las patologías que tiene, a pesar de estar entre las que nosotros aceptamos en su día, son válidas para nosotros. Bueno, en este punto bajo un poco el nivel de adrenalina pero el bombazo ya ha sido soltado. Me dice que me dará un número de teléfono de contacto para que hable con ella cuando hayamos visto la información que me ha mandado por correo. Entro en casa a lo loco pidiendo papel y lápiz y claro, los chicos me miran como los burros a los aviones, así que suelto: "¡Ya! ¡Es una niña de siete años!" Solo soy capaz de ver que a los dos se les dibuja una sonrisa en la cara grandísima, cojo lo que necesito y salgo de nuevo para apuntar.
Estoy un rato más hablando con ella, me comenta las patologías que tiene, lo que opinan ellos y me piden que lo consulte con especialistas, que nos informemos bien y que lo valoremos con tranquilidad. Me dice también que me mandará fotos y vídeos para que también se los pueda llevar al médico y tengamos más documentos para poder decidir.
Aún estoy que no me lo creo. Ha sido todo tan rápido... Aún faltan muchas cosas, está claro, pero esta noticia siempre da un montón de alegría.
Mientras comemos, visualizamos los vídeos y las fotos, leemos los informes, buscamos información y pido hora para hablar con el médico. Lo bueno que tiene esta ciudad tan pequeñita es que me dan hora para por la tarde.
Aún en una nube vamos a la consulta y hablamos, hablamos, hablamos y hablamos y... ¡Sí! Es todo perfectamente asumible, así que ya podemos decir que aceptamos la propuesta.
Mañana llamaré a M. para comunicárselo pero mientras, hoy, hemos informado a los abuelos y a los tíos.
D. está como loco de contento. Bueno, ha preguntado si no podría ser un chico, lógico, pero después se ha hecho a la idea, ve que la diferencia de edad es muy poquita y ya está pensando en todas las cosas que van a poder hacer juntos.
Esta noche dejaremos que todos los sentimientos afloren, los disfrutaremos, no pensaremos en nada más que no sea en lo cerquita que estamos y olvidaremos por unas horas todo lo que hemos pasado para llegar hasta aquí. Esta noche toca ser un poco más feliz.
